viernes, 31 de diciembre de 2010

10... 9... 8... 7... 6...

¡Momento! ¡Momento! ¡Paren! ¡Paren! ¡No se olviden de los churrines amarillos!

Fuentes señalan que en Brasil dicen que tienen que ser blancos con algunas pintitas negras y en Argentina, rosados; pero YO les ga-ran-ti-zo que producto de haber usado los amarillos uno -o sea yo- tendrá SEIS, repito, SEIS, sí, oyeron bien, SEIS... no, para, flaco, no me estás entendiendo bien, dije SEIS semanas de vacaciones.

OK, pasemos a otra cosa.

Con juveniles bríos, Cúcala Mácara lanza la campaña Si vas a conducir, no bebas. Y si vas a beber, ¡no cuentes conmigo, desgraciado!, que todos los 1 de enero empiezas el año con resaca, legañoso, desgreñado, con un volcán en la boca del estómago y oliendo a rayos, y por eso te va como te va, reguleque,  porque cuando el Año Nuevo te ve con esa facha dice: "bah, para esto ni hubiera venido", y después te las hace pagar todas, como mujer engañada.

Así que hagan como yo; tomen, pero ayer.

sábado, 25 de diciembre de 2010

No si al final son unos lateros

Apuesto 10 a 1 a que anoche no escucharon ésta:

http://www.youtube.com/watch?v=rpliSpZc8oM



Ni esta otra:

http://www.youtube.com/watch?v=oJe00xIMVT0


Actualización:
Propuesta de aleida-g, www.youtube.com/watch?v=KsthP5AONzc, que es la única que agarra un remo.

viernes, 24 de diciembre de 2010

jueves, 23 de diciembre de 2010

Recuento 2010

Como yo sé que andan medio apurados, medio escasos de tiempo, medio a las carreras, no les voy a hacer un recuento de todo lo que me pasó este año, sino de esta semana nomás. Una semana en que pasaron cosas y capaz que la próxima no pase nada, así que cerramos acá.

LUNES 20/12
Se descompuso el control remoto del televisor.
Cualquiera al que le haya pasado sabe el drama que esto significa, así que no ahondaré en detalles.

MARTES 21/12
Conocí un pueblo fantasma.


 Con zombies.


 Con cosas que ya no hay. Como un envase de cigarrillos Liberty. Cigarrillos que están relacionados con mi más tierna infancia, porque eran los que fumaba mi papá. Después se tuvo que cambiar al Lucky sin filtro.


 Con Carlos, un guía que no era fantasma, así que no vivía en el pueblo, pero nació allí y sabe un montón de cosas interesantes que pasaron en el pueblo antes de que fuera fantasma, como "aquí estaba el Registro Civil", "aquí vivían los gringos", "allá vivían los empleados" o  "en estos camarotes, porque estos edificios se llamaban camarotes, vivían los solteros". Y también te manejaba bastante fechas como, por ejemplo, 1905 o 1974. Y además conocía palabras difíciles como lixiviación, porque no sólo era nacido y criado en el pueblo fantasma, además había trabajado en la mina que dio origen al pueblo fantasma, y sabía de procesos y ley y todo eso. Pero lo mejor era que contaba anécdotas en primera persona -adoro las anécdotas en primera persona- como "cuando era cabro chico, yo quería saber qué había al otro lado de ese cerro", y nos mostraba un farellón casi vertical de eeeeeeste porte, "hasta que un día me arranqué y fui, y a la vuelta me estaba esperando mi taita con una correa así de grande por haber hecho tira los zapatos". "¿Y qué había al otro lado?", le preguntó uno del grupo. "Más cerros", fue su lacónica respuesta. Y ahí nos quedamos todos callados, mirando el cerro un buen rato. Ustedes no se imaginan lo que cuesta tener a 30 adolescentes callados un buen rato y encima mirando un cerro pelado, así que yo pienso que Carlos tenía un Superpoder.
Además de un Superpoder tenía un poco de malas pulgas, porque si uno -por ejemplo yo- se quedaba atrás arreando adolescentes y se perdía una explicación, después cuando preguntaba -yo- lo que él ya había explicado, decía "eso ya lo expliqué". La primera vez te daba un poco de bronca -a mí- pero como a la tercera vez uno le encontraba toda la razón, porque en realidad es una lata andar explicando lo que uno ya explicó.
Así que ya saben. Si quieren conocer no digo cualquiera sino este pueblo fantasma en particular, yo les recomiendo que busquen a Carlos.
Es el que aparece ahí en la foto anterior.

 Bueno, lo demás eran casas...

 casas...


casas...

...y escaleras.


El pueblo fantasma se llama Sewell y, como ven, penan las ánimas.
Con decirles que ni turistas había.
Los fantasmas se los quedo debiendo porque mi cámara no los capta.


MIÉRCOLES 22/12
O sea, ayer: Fiesta de Navidad del Kinder.
En la Fiesta -hasta donde estuve- no ocurrió nada particularmente memorable, pero me salí antes y me fui a la cocina-comedor a prepararme un cafecito. Entonces pasó lo extraordinario. Estaba yo ahí, de pie esperando que hirviera el agua, cuando de pronto entra un tipo desconocido y bastante atractivo. La verdad, me sorprendió  bastante el asunto, porque si hay algo que caracteriza a mi lugar de trabajo es la ausencia de tipos atractivos. La cosa es que me quedo yo mirándolo con la secreta esperanza de que fuera una nueva contratación -porque desvincularon (viste que ahora a la gente no la echan. Ni siquiera la despiden. Ahora la desvinculan) a un montón de gente en mi trabajo. Quedó la tendalada. Y aparte sin alumnos es como colegio fantasma. Yo me salvé. Que digo me salvé, ¡me ofrecieron el trabajo soñado!... Si es que en todo este planeta existe un pobre diablo que sueñe con trabajo. Igual no me hago ilusiones porque la mayoría de las cosas soñadas después resulta que son ahí nomás-, entonces, recapitulemos: estaba yo mirando al atractivo desconocido, esperando que hirviera el agua para el café y pensando que quizás fuera una nueva contratación, pero -continuemos el relato- que lo más probable es que no lo fuera, porque los tipos atractivos eligen otras profesiones, como dentista, por ejemplo (porque mi  dentista es un churrazo), o modelo de ropa interior, no sé, y si por ventura había elegido la pedagogía, debía estar casado, o, peor todavía, separado; separado y con cuatro hijos, así que no le quedaba plata ni para comprar puchos, o... no pude seguir pensando. Me miró, sonrió y dijo "hola, soy Angelo". "Ahá", pensé; pensé y simultáneamente contesté "hola" (porque las mujeres podemos hacer varias cosas a la vez. Estudios lo demuestran). "Angelo es un nombre un poco rarito", pensé (claro, no se lo iba a decir. ¿Qué te crees? ¿Que soy una desubicada?), y mientras pensaba, mis ojos siguieron la trayectoria de, cof cof, Angelo, que se dirigía hacia un gran bolso oscuro que estaba sobre una silla, allá, bien al fondo, donde yo no lo había visto hasta entonces, y del que asomaba... antes de que mi cerebro alcanzara a decodificar los colores rojo y blanco, Angelo agregó, "...y soy el Viejo Pascuero".

JUEVES 23/12
Hoy.
Con mis colegas fuimos de paseo a una parcela con piscina en Pirque, pero no me bañé porque me da alergia el cloro.
Igual acabo de estornudar.

Además de no bañarme -y de ser objeto de picaduras de mosquito, que si hubiera sabido mejor me quedo en mi casa- develé una faceta desconocida de mi personalidad y me dediqué a ser instructora de salsa, con relativo éxito.

Yo soy así.
De menos a menos.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Toda la vida es sueño

No me pregunten cómo ni por qué, pero yo iba en una micro por lo cerros de Valparaíso. Era una micro de ésas chicas y el único pasajero era yo. Bueno, sin contar a un enfermito amigo o conocido del chofer que iba de pie a su lado y le hablaba, le hablaba, le hablaba, le hablaba. A ratos se reía. Se reía como enfermito, no sé si me explico. Yo iba al fondo de la micro. Tenía una visión panorámica. O sea, veía todo. Lo único que no veía era el mar. Y esperaba ansiosamente que apareciera en uno de los subebaja o a la vuelta de una esquina, pero no doblábamos ninguna esquina. De pronto, justo frente a la nariz de la micro, cruza un auto de color anodino conducido por una mujer de lentes oscuros, pelo ídem y manejar descuidado que hacía morisquetas al espejo izquierdo mientras se le venía encima un camión blanco con verde. Estamos a punto de protagonizar un choque triple. La micro da un frenazo, atraviesa el eje, se sube a la vereda del lado izquierdo, el enfermito se golpea y le sale un poco de sangre de la boca. Parece que un diente, también. Decido que mejor me bajo, porque el chofer parece que como que se calienta y empieza a conducir a lo loco. Nos bajamos. Yo y una mochilita oscura que descubro que tengo entre las manos. Está nublado, pero no hace frío. Estoy parada no tengo idea dónde y tampoco tengo idea de cómo llegar al terminal de buses. Porque yo iba al terminal de buses. En la calle no se ve un alma y me acerco a una casa, dejo la mochila en la ventana, la abro y saco un sostén. Oh, resulta que justo es el sostén que compre ayer en... ¡no!, ¡no!, ¡detente!, ¡no sigas por ahí o se pudre todo!... la abro y saco un sostén para ponérmelo. Empiezo a sacarme la polera azul marino con cuellito... a ver... también ando con una faldita escocesa... y calcetas... ¿soy una escolar...? Miro por la ventana y no se ve a nadie dentro de la casa. Hay unos muebles antiguos. Chapa de madera oscura, cantos redondeados, pañitos a crochet. Clase media del cincuenta  y tantos; esa onda. Se abre la puerta y aparece un señor con lentes y un chaleco café de lana con cuello subido. Es feo. El señor es feo.  Pero confiable. Le pregunto cómo llegar al terminal de buses mientras con una mano trato de esconder el sostén en la mochila. Él tampoco sabe, pero abre la puerta y pregunta a alguien dentro de la casa. Dentro, y pegada a la puerta, hay una mesa con mantel blanco, de género; del género con el que hacían los manteles de antes. Está llena de gente -diez, doce personas- que está tomando onces. Cerca de la ventana, ahora abierta, hay una joven con un niño de unos dos años en brazos. El niño manotea el sostén y dice "senos". Me turbo un poco. La joven me sonríe con cara cómplice. Todos empiezan a dar información contradictoria respecto a cómo llegar al terminal. El tipo que está sentado a la cabecera toma la voz cantante y dice que está lejos, en el plan. "Claro, el plan. Estamos en Valparaíso, y en Valparaíso lo que no es 'cerros' es 'plan'", pienso, "como el almacén, que es   'emporio' y la marraqueta, 'batido'". Pregunto entonces cómo puedo llegar al plan. Otra vez se produce una controversia de la que no se saca nada en limpio. Hasta que el señor corta por lo sano y dice que me va a ir a dejar en el auto. "Uy, uy, uy", pienso, "aquí va a haber problemas, las mujeres son celosas". Empezamos a caminar los metros que nos separan del garage. En el suelo veo botado un pedazo de letrero de micro. Alcanzo a leer "Microcentro"... ¿pero cómo?, ¿le dicen "microcentro" como en Buenos Aires?, ¿no era que le decían "plan"? No acabo de salir de mi desconcierto cuando se nos unen dos viejos más y un joven. Todos feos. Feos pero confiables. El que vaya más gente, me tranquiliza...  o no... Uno de los viejos, el de chaleco blanco invierno y jockey, toma la delantera y nos anima a subir con grandes aspavientos. Se asoma la nariz del auto. El auto... es...es... es... ¡lila!... Oh, Dios, espero que sea un escarabaj... ah, no, es una citroneta... no, no es precisamente una citroneta... es un AK... ¿AK cuánto?... Maldición, si estuviera despierta lo sabría... ¿Despierta? ¿Dije despierta?... Sí, dijiste "despierta"... O sea, ¿hasta aquí nomás llegamos?... Hasta aquí nomás... Bueno, mejor.

Es asombroso como los sueños se parecen a los hijos.
Salen de uno, se nutren de uno, pero uno no los controla y no sabe con qué van a salir a la vuelta de la esquina.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Lasker

Emanuel Lasker fue un matemático -hasta inventó un teorema y todo- y filósofo alemán amigo de Einstein.
 Su hermano mayor le enseñó a jugar ajedrez y él vio en este juego un medio para salir de la pobreza. Eran tan pobres, tan pobres, tan pobres que una vez para salir a buscar trabajo tuvieron que turnarse: tenían un solo traje.
En la lista de Campeones Mundiales de Ajedrez va antes que Capablanca.
Inventó un juego -el laska o lasca, no sé- que es más difícil que el ajedrez.

Yo no tenía idea de todo esto hasta hace un rato; cuando me lo contó Mariel.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Máquinas

Que te quede claro de entrada que no tengo nada contra las máquinas. Así per se. Pero la última que entró a mi vida sencillamente me la está haciendo cuesta arriba.
Antes un poco de historia.
En las postrimerías del siglo pasado, cuando no me quedó más remedio que iniciarme en esto de la vida laboral, hacer una prueba -confeccionarla digamos- era un reverendo cacho. Las pruebas semestrales, claro; los controles comunes y corrientes los tenía que manufacturar el sufrido alumno (aaaahh, qué exquisito placer sádico te inundaba con sólo entrar a la sala y decir "saquen una hoja... Número 1..."). Para hacer las pruebas más cototas había que conseguir una máquina de escribir, quitarle la cinta y, en jerga técnica, "picar un stencil". No sé si entienden a qué me refiero con  "stencil". Lamentablemente no estoy en condiciones de explicarlo muy bien. Era una cosa tamaño oficio compuesta por una hoja delgadita -que era la que quedaba toda agujereada cuando se la golpeteaba con las teclas así en bruto, sin la cinta-, una hoja negra de no sé qué que iba al medio y una base de papel más grueso. Mejor explicación no me pidan. Ahora bien, si ya era una joda corregir un escrito a máquina utilizada en términos convencionales (léase retroceder un espacio, partir a conseguir uno de esos papelitos blancos que llamaban "tipex", ponerlo sobre el error cometido, tipear la letra de nuevo, y así cada vez, con paciencia asiática), corregir en el stencil era todavía peor, porque había que usar un líquido rosado medio flúor que se aplicaba con pincel y que éste sí que era inconseguible. Terminada la titánica tarea, el stencil ya "picado" se le entregaba a don Víctor, quién, entre otras tareas (barrer, tocar la campana, arrastrar los pies...), realizaba vaya uno a saber qué sortilégicos pases mágicos y aparecía al cabo de un par de días (o semanas) con un alto de pruebas más o menos (generalmente menos) legibles. Un garrón. De ahí la proliferación de las pruebas manufacturadas. El lío con ellas se daba a la hora de corregirlas, pero como Dios es grande, en este país la escala de notas va del 1 al 7, así que uno dictaba 7 preguntas y ya. En este escenario, es fácil entender el beneplácito con que fue recibida -por mí, que, huelga decir, mis escritos terminaban siendo un solo manchón blanco, o rosado flúor, según fuera el caso- la aparición del primer Machintosh y su amiguita Impresora. Después vino la proliferación de las pruebas de selección múltiple -que se corregían en un dos por tres, hasta por la hermana chica o el pololito de turno-, los alumnos nunca más escribieron, se olvidó la ortografía, la gramática toda, los estudiantes se pusieron más flojos que el hueso de la frente, los profesores se percudieron, la educación se convirtió en un negocio, se acabaron los sindicatos, el Colegio de Profesores se llenó de chantas y todo se fue a las pailas, pero no es ése el tema que nos convoca. Decíamos, pues, que la aparición del PC se recibió con jolgorio colectivo, por mi parte.
Desde aquella época, mucha agua, un matrimonio, un parto, dos colegios, otros trabajos y varios años sabáticos han corrido bajo el puente... hasta la semana pasada. ¿Qué pasó? Pasó que en mi trabajo actual compraron un lector óptico. Yo no sé con qué discurso les vendieron (a Ellos) el aparato éste, pero una vez comprado nos lo "vendieron" (Ellos a nosotros) con que ahora sí que no nos íbamos a demorar nada en corregir millones de pruebas, que además te arroja una pila de información, y gráficos y estadísticas, y patatín y patatán.
¿Cuento corto?
Entre revisar que las "celdillas" de las "tarjetas" estén correctamente "ennegrecidas" por los alumnos (alumnos de país tercermundista, te aclaro), hacer correctamente las "tajetas maestras" (por mí, que aparte de tercermundista soy un pastelazo) y conseguir que el aparato funcione (que no sé si será tercermundista, pero parece que es chino; y todo bien con los chinos y los dragones y Jackie Chan y la Gran Muralla y muy potencia mundial, pero que las camisetas se ponen jetonas al primer lavado, se ponen, y que una blusa se destiñó el fin de semana y me manchó toda la otra ropa que iba e la carga, se destiñó), ha sido un verdadero regreso a Ítaca el corregir las pruebas de fin de semestre. Aparte que el tipo este, el lector óptico, no tiene corazón y el 3,9 te lo deja en 3,9 y el cabro reprobó y reprobó nomás. Y no se anda preocupando de si el alumno borró bien o borró mal, ni de si la "intención de voto" era ésta, aquélla o la otra; anula y ya.
¿Resultado?
Antes me demoraba dos días en corregir todas las pruebas y ahora ya llevo como una semana.
Y entre el cabrerío está la tendalada.

No sé, pero para mí Matrix ya empezó.

domingo, 5 de diciembre de 2010

El mejor momento de la Teletón 2010, ever

http://www.youtube.com/watch?v=-vl8th1Jy-k



Bueno, no podemos dejar de mencionar también a La bilirrubina, Maldita primavera y En el último lugar del mundoooo luego de la cordilleraaa, o sea, todas ésas que una canta cuando se ducha. Especialmente cuando se ducha sola. (Ah, recuérdenme que tengo que escribir algo acerca de la reivindicación de la cama como único lugar apto para el apareamiento humano.)

Vaya mi eterno agradecimiento a cesarvergarae por ser uno de los dos millones de chilenos que subió el video al minuto de ocurrir el suceso. Elegí el suyo, el de cesarvergarae, porque de paso aprovecho de manifestarle a la RAE mi parecer acerca de sus últimas disposiciones: ¡Cesarvergarae!

A todo esto -y a juzgar por la ingente, gigantesca, descomunal, monumental, colosal, inmensa, enorme y por qué no decirlo, astronómica cantidad de plata que ha sido necesario juntar en 32 años, éste debe ser El País Con Más Niños Minusválidos Per Capita del Mundo, ¿no?

Y ya que estoy en modo inquisitivo, ¿no tendrían que rendir cuenta  pública alguna vez en sus vidas...?



Uuuuuuuuuhhhhhhhh, 17 mil millones, ¡SE LOGRÓ!... Acaban de decir en la tele que se superó la meta. Ahora ya nos podemos ir a dormir. Yo y esa roca que tengo en lugar de corazón.


Ah, pero se me estaba olvidando algo que hace tiempo quiero decir: ¡Oye, voh!, el que me manda Spam desde Rusia, quiero que sepai que te tengo bien cacha'o. Me tenih hasta acá con tus huevadas. Cualquier día me aburro de andar borrándotelas y me tomo el TransIBERIANO. MÁQUINA DE MIERDA. NO TENIH IDEA DE LO QUE SOY CAPAZ. TE VOY A PATEAR EL SAMOVAR HASTA QUE ME DÉ HIPO. Y DESPUÉS TE VOY A AGARRAR Y TE VOY A METER LA BALALAIKA EN EL MÁS PRECIADO DE TUS ORIFICIOS. ¡PATÁN! ¡MEQUETREFE! ¡BADULAQUE!
Tai adverti'o.

Eso sería.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Tortura (o "Tía, ¿verdad que usted también se durmió?")

¿A alguien con una brizna de no digo "amor por los niños", sino sentido común se le ocurriría llevar a un crío de la periferia y amante de Daddy Yankee,  al Teatro Municipal para ver "El lago de los cisnes"?



Bueno, con tres colegas llevamos a 200.
Y así nos fue.

Lo mejor, como todo el mundo sabe, fue el viaje:

- Ése es el Parque O'higgins... sí, donde está Fantasilandia... Ése es el Parque Forestal, el río Mapocho, la Vega Central, el Mercado... Allá se ve un pedacito del Cerro Santa Lucía... no, el zoológico está en el San Cristóbal... Premio para el que adivine qué edificio vamos a ver a la derecha, cuando lleguemos a la esquina...

- Tía, ¿usted conoce todo Santiago?
- Bueno, sí, más o menos... Perdón, lo que pasa es que siempre quise ser guía de turistas.

- ¡Chuaaaa!, la tía GPS...



Volvimos como con 205.
Temíamos perder a alguno por el camino.