domingo, 28 de febrero de 2010

Terremoto no, viejo. ¡Cataclismo!

No sé si ya se enteraron, pero acá hubo un... momento, para escribir lo que tengo que decir me voy a ir a poner una ropa más apropiada.



Ahora sí.
Bueno, como les decía, otra vez nos tocó pagar el tributo que implica vivir en el Cinturón de Fuego del Pacífico; ubicación que tiene toda la onda del mundo, pero que es medio peligrosona. Como el departamento de mi hermana: al lado de toda la movida alcohólico-sushi-cultural de la Plaza Ñuñoa, sin que nada nada nada se interponga entre ella y la vista impresionante (impresionantemente cerca) de la Cordillera de Los Andes (aaaaaahhhh, cómo la envidio cuando la luna llena aparece por detrás del Cerro San Ramón), pero en un piso 17; y en un edificio donde vive un montón de gente más, que yo no sé cómo llamarán ustedes a eso, pero para mí es promiscuidad.

El "evento" en cuestión ocurrió a las tres y media de la mañana.
Aquí empiezan las discrepancias. Unos dicen que mejor que haya sido de noche porque todo el mundo estaba en sus casas (¿mmmmm?... ¡mentira!), otros dicen que de noche da más susto; yo lo único que sé es que hacía 10 minutos me había metido en la cama y estaba leyendo un par de páginas que tenía pendientes hace meses, de algo con título apocalíptico. No sé, esto me preocupa un poco. ¿Habré sido yo quien con ese inocente acto invocó a los Dioses de las Placas Tectónicas? Nunca lo sabremos, pero lo cierto es que antes de que alcancen a decir "placas tectónicas", el temblor al que ya todos estamos acostumbrados, esa especie como de Parkinson de la tierra en estos lares, fue subiendo, subiendo, subiendo y de pronto me encontré apretujando a mi hija en el umbral de su dormitorio, y pensando... atención en esta parte; lo que les voy a decir va a sonar igual a lo que dicen esas viejas que salen en la tele cuando hay una catástrofe, y que parece que los periodistas las buscan especialmente; pero es así; es exactamente así; y les ruego que echen mano a toda la empatía de que dispongan para ver si lo pueden entender: hubo un instante, un fugaz instante, un fugacisísimo instante en que, parada en el umbral, tratando de calmar a mi hija, mientras la casa crujía entera, la oscuridad era absoluta y oía que todas las cosas que eventualmente podían caerse estaban pasando de potencia a acto, un instante -repito- en que sentí que me iba a morir.
Noooo, claaaaaro, apuesto a que están pensando que estoy igual que la vieja de la tele. Al final no se les puede contar nada. Cero empatía, ustedes. Quien me manda a mí, también.
Piensen lo que quieran, pero así fue.
Y no es "pensé que me iba a morir", ni "sentí que me moría". No. Es "sentí que me iba a morir".


Al final no me morí nada.
No sólo eso, fui la heroína del Benjita -el hijo menor de mi vecina- quien a pesar de su carácter bastante huraño, ahora donde me ve me saluda y me sonríe. Porque mientras la madre gritaba y se movía de aquí para allá como gallina clueca, él se cagaba de frío, y tuve que aparecer yo en escena para decirle lo que tenía que hacer; o sea, ponerle ropa y zapatos al crío.
En fin. Dejé pasar la única oportunidad de pegarle un par de sopapos a mi vecina.

Y no se murió nadie a mi alrededor, tampoco, pero lo que sentí en el instante ese que les dije se me pegó al cuerpo, al alma, al espíritu o como quieran llamarle, y me tuvo mal todo el día de ayer. Me tuvo sumida para adentro. Que no es lo mismo que deprimida.
Debe ser esa cosa de las experiencias límite y eso.
Eso con lo que se ganan la plata los psicólogos.
Me cargan los psicólogos. A mí denme un psiquiatra y ya.

Así que así estuve ayer. Todo el día. Mirando por la tele la cagada que quedó, sumida para adentro y pensando en que si me querían mandar algo, que fuera un médico para el alma.

Lo jodido también son las réplicas.
En la madrugada, cuando nos metimos a la cama muertas de frío, apenas nos empezábamos a entibiar un poco y zuácate una réplica. Y vuelta a agarrar las pantuflas y salir a la calle.
Y cuando te estás acostumbrando a la rutina de las réplicas y dices, "bah, una réplica... no importa", viene un remezón grado 6.

Ahí como que me empecé a cabrear.
Y empecé a salir de allí de donde me había sumido.
Y ahora no necesito médico ni nada, porque no sólo no me morí, sino que yo, acá donde me ves, con mi metro cincuenta y siete de estatura, yo, YO te aguanté un TERREMOTO, que unos dicen de 8, 3 grados y otros 8, 8 Escala de Richter, pero que si quieres cerramos en 9; y si no quieres, está entre los Top Ten desde que se tiene registro. Y a ver quién de ustedes puede decir lo mismo. Así que más respeto y no me vean como la vieja de la tele, porque me siento invulnerable, indestructible, poweeeeerrrrr...!!!

Además una copa kamikaze se estrelló contra mi mano, y con un poco de suerte capaz que me quede una cicatriz que quizás algún día pueda presumir ante las narices de Bruce Willis. Quién te dice.

Igual no descarto la ayuda profesional.

Si pueden, mándenme un médico.
Uno sin fronteras.

Porque ya saben que yo con constreñidos no voy a ninguna parte.



P.S.: Quizás en mi nuevo estado tenga algo que ver la fuerza que ustedes me están mandando. Gracias.




¿Y ese cuasi kimono?
Ah, eso.
Eso es porque puede venir un ejército de sumos ninja y yo te los hago picadillo en un dos por tres.

Ah, y sí hay muertos y destrucción y gente durmiendo en la calles y otra gente que va en auto a saquear supermercados y ayuda humanitaria y el gobierno no hace nada, pero eso lo pueden encontrar en cualquier diario.

sábado, 27 de febrero de 2010

¡Oooye!

¿Viste que uno a veces prende la tele no para verla, sino para que acompañe mientras se hace otra cosa?
Cuando estuve en Río de Janeiro, los dos primeros días más o menos, cada vez que el tipo anunciaba un programa del día y decía "hoje", yo miraba al televisor con cara de sorpresa.




Ok, trataré de oponer más resistencia a la tentación de contar cosas donde quedo en vergüenza.

viernes, 26 de febrero de 2010

Con el Gordo nunca hemos tenido ni un sí ni un no

"En absoluto" significa "no", eso está claro; pero si uno es negador, podría querer tender a creer que -eventualmente- en algunas situaciones significaría "sí", ¿no?

domingo, 21 de febrero de 2010

173

Peso de los materiales, flujo del aire, coleo de las ruedas...
Ciento setenta y tres problemas debieron solucionar los ingenieros japoneses Tadanao Miki, Tadashi Matsudaira y Hajime Kawanabe durante la construcción del tren bala, popularmente conocido como Shinkansen.

Como para tatuarme el número en el antebrazo, ahora que -siguiendo las enseñanzas de mi maestro- voy a tratar de "ser alguien en la vida".

http://www.youtube.com/watch?v=nyC6vSwwtEs



A partir de marzo, en todas las salas.

Bueno, todas todas no.

Como 8 salas.

viernes, 19 de febrero de 2010

Querida Kitty

Me acordé de cuando le robé el diario de vida a mi tía Y, y me lo llevé al baño escondido entre la ropa.
Fue una de las primeras decepciones que recuerdo. Después, claro, del Affaire Viejito Pascuero.

Letras de canciones de los Beatles, era todo lo que tenía escrito.
Para peor, yo conocía como dos nomás.
Y todavía no existía ese nido de freaks llamado internet.

Yo tuve un diario, que llegó a mis manos cuando ya se me habían pasado las ganas de tener uno, y tampoco escribí.
Mi mamá tenía razón: cuando me veía flojeando me gritaba, "eres igual a la Y". Su hermana menor.
Además de las primeras canciones en inglés, también aprendí de ella el tomar la leche condensada Nestlé directamente del tarro, luego de hacer dos hoyos en la parte de arriba con el abrelatas.
Y lo llevé a la práctica en el último trimestre de embarazo, cuando mataba por cosas dulces.

Era azul, el diario.
Con un candadito de verdad y unas llavecitas que me encantaban.

Todavía me encantan las llaves.
Todas.
Excepto esas tarjetas magnéticas que en los hoteles tienen la desfachatez de llamar llaves.

No, Alicia tampoco.

jueves, 18 de febrero de 2010

Gulliver

"Los viajes de Gulliver" es un libro que tienes, que TIENES que leer.

Y déjate de perder el tiempo con Dan Brown, Paulo Coelho, Isabel Allende y Arturo Pérez Reverte, que ya estás grandecito para eso.

Mira, anda al espejo más cercano y ve si tienes más de dos dedos de frente.
Lo más probable es que así sea, así que hazme caso y lee Gulliver.
Te puedo perdonar que no leas "El lazarillo de Tormes", pero no Gulliver.
No, mentira; no te perdono nada.

Bah, haz lo que quieras.


En un plano más íntimo -porque estoy haciendo mérito para que cuando alguien quiera hacer una reseña de este blog, diga que es un diario íntimo-, anuncio que, cansada de esperar que aparezca el gran hombre detrás de quien toda la vida he querido estar, no me están dejando más remedio que crecer.
Lo digo sin asco.
En lo inmediato, estoy dedicada en cuerpo y alma al trabajo de buscar trabajo.
Y parece que lo voy a encontrar.
¡Maldición!
Con eso se iría al tacho mi largamente acariciado proyecto de tomarme un año sabático.
Y justo cuando ya llevo siete meses.
Al final nunca termino nada.

Y como los males jamás vienen de a uno, parece que voy a encontrar varios trabajos.
O sea que me voy a ver en la necesidad de elegir.
Y yo tengo un sentido de desorientación natural a la hora de elegir.

Además de trabajo, también pretendo realizar las negociaciones que vengan al caso para obtener el grado académico de magíster.
Magíster en Gestión y Liderazgo Pedagógico, se llama la cosa.
En lo de "gestión" me da un poco de asquito, hay que decirlo.


Hablando de otra cosa que no sea yo -para que no digan después-, ¿sabían que a Cicerón le decían así, Cicerón, por un grano con forma de garbanzo (cicero) que tenía en la nariz?
Pues sí; efectivamente.
O sea, el tipo pasó a la historia por un mote, por un apodo.
Como Claudio, el emperador romano; quien, si hemos de creerle a "Yo, Claudio" (¿se acuerdan de ese culebrón de la BBC?; era buena ésa; yo tenía como tres meses de vida, pero me acuerdo como si fuera hoy), era cojo.
Y si hemos de creerle a un novio que tuve (bueno, yo le creí como tres años... Eeeehhh, en un conteo rápido y que no viene en absoluto al caso, detecto que "como tres años" es mi tope de credulidad), "claudio" significa cojo.
Cojo de cojear.
Me acuerdo de haberlo consolado tiernamente, al novio, cuando se lamentaba por llamarse Claudio, mientras su hermano se llamaba Ignacio. "Ignacio, ¿te das cuenta?... Ígneo... ¡de fuego!", me decía; con todo lo que se llama "amor propio" lacerado.

Uuuuh, ¡estuvimos a así de terminar hablando de mí!

Continuemos.

Nacional:
Queramos o no, se nos viene otra vez el Festival de Viña.
Y otra vez no traen a Gloria Trevi.
Ni a Santa Esmeralda.
Ni a Hues Corporation.
Ni a Lucio Dalla.
Ni a Mocedades.
¿Por qué no traen a Mocedades?, ¿ah?

http://www.youtube.com/watch?v=Z6UtAdQHwJM

lunes, 15 de febrero de 2010

Buganvilia

¿De qué color es la flor de la buganvilia?

¿Morada?

No.

¿Fucsia?

No.

¿Púrpura?

No.

Eeeeeehhhh... ¿Magenta?

No.

La flor de la buganvilia, señoras y señores, siempre siempre siempre es blanca. Con algo de amarillo.

Blanco hueso, diría un experto en pinturas de muro.

Mantequilla o crema, diría un maestro pastelero.

Pero por más daltónico que uno sea, jamás morada, ni fucsia, ni púrpura, ni magenta.

Lo que ven de ese color son -y agárrense que acá va a desplomarse un mito-, en realidad, HOJAS.

Traje foto por si no me creen:




Una vez casi nos fuimos a las manos con la tía de una amiga por este tema.
Desde entonces, siempre porto la foto de una buganvilia donde quiera que vaya.
Por si me topo con la tía.

viernes, 12 de febrero de 2010

¡Fanáticos de Lost!... ¡O no!

Pongo al Cielo por testigo de que no soy seguidora de Lost, y de que si vi dos o tres capítulos al principio fue mucho, pero llamó poderosamente mi atención esta pelotudez genial hecha con paciencia y dedicación por algún fanático con mucho tiempo libre.

Pienso que deberíamos ser más comprensivos con la gente que reúna a lo menos cinco de las siguientes características: pelotudez, genialidad, paciencia, dedicación, fanatismo, tiempo librismo.
Uuuh, la hora que es.

Explico: ocurre que alguien -o álguienes- agarró ese puzzle que se llama Lost, buscó las piezas que correspondieran a la "Parte del Accidente", las juntó en el estilo de la serie 24 (de manera que vemos simultáneamente a los que están en la isla, a los que están en el avión, a los que están en otra parte del avión, a los que están en otra parte de la isla, ¡guay!, es como ser Dios, ¿cachai?) y... ¡chaaaaaaán!

http://www.youtube.com/watch?v=MKcKtjrL5bc

Me encantó.

Pero por un ratito nomás.



Yapa: Éste es un arrastrado.
"¿Qué onda?", dirás
Lee acá.


jueves, 11 de febrero de 2010

James A. Fitzpatrick

James A. Fitzpatrick fue un director y productor de cine estadounidense que consiguió dos cosas que me encantaría lograr: viajar por todo el mundo a cuerpo de rey, y a la vuelta encontrar gente a quien poder contarle todo, largo y tendido.

Yo, cuando mucho, he ido como a dos partes.

Y cuando, con suerte, me preguntan "¿cómo te fue?", yo digo "bien, gracias".

Y evito dar la lata porque no sé si han notado que a la gente le carga enterarse de que uno lo pasó ES-PEC-TA-CU-LAAAAAAAR.
Y sin ellos.

Pero volvamos a Mr. Fitzpatrick.
En 1937, este señor anduvo en Chile, y se llevó el -dicen- primer registro a todo color de lugares como Valparaíso, Viña del Mar, Santiago y Temuco

Ahora yo lo encontré y lo traje de vuelta.

http://www.youtube.com/watch?v=qVtoMJlZQf8&feature=PlayList&p=258053E596720CB0&playnext=1&playnext_from=PL&index=9


Un año antes estuvo en Río de Janeiro. Y en 1932, en Buenos Aires. Pero a quién puede interesarle eso.


Bueno, a mí.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Defensa Siciliana

¿Y ahora quién podrá defender al Ministro de Defensa?

"Una vergüenza", "falta de hombría", "hombre muerto caminando", "peón de Piñera" (éste lo agregué yo), de todo le han dicho desde ayer al ahora "ex" demócrata cristiano Jaime Ravinet; quien con su pelo colorín, sus dientes de conejo y ese donaire inigualable a la hora de inaugurar las fondas del Parque O'Higgins el 18 de septiembre -mientras fuera Alcalde de Santiago bajo el ala de la Concertación- con una cueca bien plantada, se constituyó en la flamante Primera Rata en Abandonar el Barco, al aceptar el llamado de nuestro mesiánico presidente electo, y cerrar filas como Ministro de Defensa de su gabinete.

Particular ensañamiento han mostrado los que hasta hace unas horas eran sus compañeros de partido; evidenciando así que, si lo de "Democracia" lo perdieron en aquellos sórdidos conciliábulos con Pinochet en las semanas previas al Golpe de Estado, ahora también abjuran de su condición de "Cristianos" al no presentar la otra mejilla al pobrecito Ravinet, quien tuvo el valor de ser el primero en "darle el sí" a Piñera.

Seguro vendrán más.

Y los epítetos se irán dulcificando.

Total, al fin y al cabo Ravinet no ha hecho más que demostrar que las manzanas no caen muy lejos del árbol.

O, como dicen con orgullo los patrones de fundo cuando el retoño deja preñada a una de las empleadas de la casa, Hijo 'e tiiiiigre...

Actualización: Y con esta entrada -más el comentario que dejé en The Clinic- me instalo en la "Oposición Activa".

Y Vociferante.

Más que nada, Vociferante.

domingo, 7 de febrero de 2010

Obituario

Anoche venía llegando a las 5 de la mañana -no salgo nunca, pero cuando lo hago como que me cuesta volver; no sé, debe ser la poca costumbre-, y a la distancia vi una fila de autos frente a mi casa.
Yo, siempre pensando bien de la gente y dialogadora conmigo misma, me dije "claro, otra vez hicieron fiestoca y me llenaron de autos la entrada. Ahora ¿cómo diablos voy a entrar?" (ustedes no lo saben, y los que instalan un auto frente a mi casa la mayoría de las veces tampoco, pero mi puerta abre hacia afuera; y vivo en una parte donde no hay calle y acera; o sea, calle hay, lo que no hay es acera; ni un mínimo de sentido común que... no, paremos, que me estoy yendo por los cerros de Úbeda). Y mientras me acercaba, fui sopesando diversas soluciones alternativas, y elaborando un ranking que dejaba en el tope a aquéllas que infligieran el menor daño posible en mi imagen corporativa, porque si hay algo que me preocupa es el "qué dirán".
Pero no era eso.
Era mi vecina Florencia.
Murió.
Nunca antes conocí a alguien que le hiciera la vida tan jodida, y durante tanto tiempo, al cáncer que tenía dentro.