jueves, 29 de diciembre de 2011

Se necesita gente (parte 2)

En el capítulo anterior, dejamos a mí (porque esto se trata de mí, a ver si nos vamos entendiendo) en la incómoda posición de tener que decidir quién tendrá algo para echarse a la boca el próximo año y quién no. Y estoy hablando de comida.
Pues bien, sin más armas que un cuaderno cuadriculado y un lápiz BIC azul de punta gruesa, procedí a ubicarme estratégicamente a la diestra de la directora. Porque voy a ser su "brazo derecho" y además estaba más fresquito.
Considerando que, según estudios recientes, el 84% de los chilenos(as) no entiende lo que lee y que en el resto del mundo la cosa debe andar por ahí, me, les, nos evitaré la descripción de la variopinta galería de personajes que desfiló ante nuestros cuatro ojos durante unas tres horas. Además, qué... ¿soy Maupassant yo?
A cambio, les propongo que nos vayamos directo al clímax del asunto. Porque acá, contrariamente a lo que opinan las revistas femeninas de ultraderecha del siglo pasado, lo que importa es el clímax. El jugueteo previo lo dejamos para otro momento, ¿estamos? Bien, el clímax, decía, fue súbito, emocionante (casi lloré, te juro) y bastante perturbador. De hecho, no he pensado en otra cosa desde ayer...



Ah, perdón, el clímax.
A por ello:
Ante un par de mujeres que, calculo yo, entre las dos hacían como 72 años que repartieremos salomónicamente en 36 para cada una y al que se atreva a esbozar siquiera un ínfimo atisbo de sonrisa lo mando desalojar el salón, tenemos a un veintiochoañero M (la inicial fue cambiada para resguardar su anonimato) que, luego de los trámites de rigor (trayectoria, desempeño, medición de masa muscular, esas cosas) y a continuación del discurso en que le expuse claramente qué queremos hacer, por qué, con qué contamos (esta parte fue breve; brevísima; pero al decir esa única palabra usé todos los recursos que el Arte de la Persuasión pone a nuestro alcance... creo que ahí se me fue un poco la mano... pero espérense), a quiénes necesitamos y que si no lo logramos nos vamos con poco más de 100 niños esperando un tren del aprendizaje y todo al reverendo carajo, el tipo va y se despacha un: "Estoy dispuesto a partirme el lomo por ustedes".

Y no encuentro en la lengua castellana escrita los signos para dar a entender la expresividad de la oración anterior porque estos "¡ !" no me sirven. A ver si los de la RAE se ponen las pilas por una recondenada vez y me solucionan esta carencia en vez de andar aprobando que los chilenos digan "los domÍnicos" en lugar de "los dominIcos", que es como Dios, y sobre todo la Orden de los Dominicos, manda.

***

Que hay gente que está dispuesta a decir cualquier cosa con tal de trabajar, que el empresariado ya logró convertir al trabajador en un esclavo, que qué voy a hacer con este Super Poder que Dios me dio, que a ver si alguien me indica dónde venden látigos y un par de disfraces de Gatúbela, que capaz que pase a integrar el batallón de hombres que me ha engañado... Basta.
Hoy no me pidan descripciones ni conclusiones.
"I want to be alone".



 (Otro poco de Cien niños esperando un tren aquí. Más no encontré.)

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